Evo
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HISTORICO TRIUNFO DE LA IZQUIERDA INDIGENISTA EN LAS ELECCIONES BOLIVIANAS
Cómo arrasar sin dar MAS vueltas
En un resultado arrasador, e inesperado por todos los sondeos de opinión, Evo Morales, líder indigenista del Movimiento al Socialismo, se impuso ayer con más del 50 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales bolivianas. Es la primera vez en décadas que un candidato gana de una sola vez.
Por Pablo Stefanoni y Eduardo Febbro
Desde La Paz
“Cincuenta, por uno, Evo o ninguno.” La frase que cantaban los militantes del MAS en la puerta de la casa de campaña se hizo realidad. “Evo Morales arrancó la presidencia en la primera vuelta de la elección presidencial del domingo. Desde los años ’50, ninguna consulta presidencial había permitido a un candidato a ocupar el sillón supremo con la sola fuerza de la voluntad popular expresada una sola vez. Los electores le ahorraron a Bolivia la incierta cita con una segunda vuelta que se definía no en las urnas sino en los inciertos pactos del Congreso. Con más del 50 por ciento de los votos, el ex trompetista, pastor de llamas, futbolista, cultivador de coca y, por sobre toda las cosas, indígena aymara, entró en la historia latinoamericana como el primer presidente indígena elegido por sufragio universal. Alejandro Toledo fue electo en Perú, pero había pasado por las mejores universidades de Occidente. Evo Morales siempre fue igual a sí mismo. Sin corbata y con zapatillas.
La elección de ayer domingo mostró una falla considerable en el sistema de voto. La Corte Nacional Electoral “depuró” un millón de votantes de las listas y ello generó una gran confusión. Página/12 pudo corroborar cómo decenas de personas habilitadas para votar no podían hacerlo. En localidades como San Julián, en Santa Cruz de la Sierra, se organizaron incluso protestas de los “depurados”, que amenazaron con quemar urnas.
Sin embargo, en horas de la tarde, el equipo de campaña de Evo Morales no quería poner el acento en ese “detalle”. “Seremos gobierno aunque salgamos segundos”, decía uno de los responsables de la campaña; sin sospechar aún el resultado que los esperaba. La sede del MAS no parecía el edificio de un partido que iba a entrar a la historia sino un recinto donde la certeza de ese ingreso inspiraba una tranquila humildad. Al hablar por la noche, Evo Morales atacó frontalmente a la Corte Nacional Electoral. “Debemos saber que cuando jugamos al fútbol también está el árbitro. Y aquí también le ganamos al árbitro”, dijo el candidato del MAS, que agregó: “En vez de depurar a los electores el pueblo boliviano debería depurar a la Corte Nacional Electoral”. En un plano más político, Evo Morales reiteró: “Se puede realmente derrotar a los neoliberales y a sus miembros, que están concentrados en la Corte Nacional Electoral”.
El líder cocalero tendió la mano a todo el país evocando una “total apertura” hacia aquellos que quisieran unirse al movimiento social: “Necesitamos aliados en toda Latinoamérica para reconstruir eso que Simón Bolívar llamó la Patria grande”. Para Morales, “empieza la nueva historia de Bolivia en la que se busca igualdad, justicia y paz con justicia social. Apostamos por ese cambio que espera el pueblo boliviano”. Ante la evidencia masiva de los votos que muestran que las urnas recogieron intenciones cruzadas, es decir, votos de las clases medias urbanas y votos del campo, Evo Morales reconoció que “en las ciudades tampoco estamos solos” y aclaró que “la voluntad del pueblo boliviano será respetada. La voz del pueblo es la voz de Dios”. Frente a los temores que la elección de Evo Morales pudiera suscitar en ciertos sectores de la sociedad, el presidente electo advirtió que “el movimiento indígena no es excluyente, es incluyente. Con nuestro gobierno se acabará el odio, el desprecio. Se acabará con el Estado neoliberal y el Estado colonial. (...). No somos de la cultura de la mentira ni de la guerra sucia”. Lúcido y modesto, siempre hablando de “compañeros y compañeras” y evitando las provocaciones gratuitas, Morales se dirigió a los indígenas del país para decirles: “Aymaras, quechuas, por primera vez vamos a ser presidentes. Ya no es unproblema ganar, va a ser un problema gobernar”. Pero como las causas y las frases en torno de las cuales se forjara la victoria nunca se olvidan, Morales concluyó su intervención desde Cochabamba hablando en quechua “Causachun coca, wanuchun yanquis” –“Viva la coca, fuera los yanquis”–.
Los electores se encargaron de poner fuera a todo ese sistema político que obedecía a los pestañeos de Washington. El MAS sacó 65 diputados contra 45 de la agrupación Podemos de Jorge Quiroga, 10 para Unidad Nacional del empresario Samuel Doria Medina, 8 para la derecha del MNR, el partido del ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada, y uno para el Movimiento Indígena Pachakutik de Felipe Quispe. En el Senado, Podemos y el MAS quedaron empatados con 13 bancas cada uno y una para el MNR. El MAS también avanzó en las inéditas elecciones de los prefectos (gobernadores), electos por primera vez mediante el sufragio universal. Al cierre de esta edición, de las nueve prefecturas en juego el Movimiento al Socialismo habría obtenido dos, Oruro y Potosí, y Podemos cuatro. Antes de este domingo, todos los sondeos de opinión indicaban que Evo Morales no obtendría ninguna. La historia terminó sirviéndole una ofrenda suplementaria. La “revolución” social que empezó a gestarse en el país a partir del año 2000 con la guerra del agua que se desató en Cochabamba y continuó luego con la “guerra del gas” y las consiguientes renuncias forzadas de los presidentes Sánchez de Losada y Carlos Mesa, esa revuelta por la propiedad del suelo, protagonizada esencialmente por los sectores marginales del país, terminó en la elección de un hombre por quienes apostaron hasta sus propios enemigos de raza y de clase. “Se acabó, se acabó la impunidad, el racismo, el desprecio, la desigualdad, se acabó esa centenaria costumbre de mirar a un país como si en su suelo hubiesen dos categorías”, decía Manuel, un joven “blanco” de los barrios ricos que había votado por Morales. El hombre hablaba con la voz embargada por la emoción y reconocía que “hemos sido gobernados por hombres ficticios que tomaban medidas para un país que a fuerza de ignorarse se había tornado ficticio”. En los barrios populares, la gente se miraba como si hubiese alcanzado un sueño. “Tengo tantas esperanzas y tantos años de mentiras atrás. El Evo tiene que cumplir, él nos debe una vida mejor.”
Para este país, en el que hasta los años ‘50 los “indios” no podían ingresar a la Plaza Murillo, se trata de una verdadera vuelta de página. Por otro lado, el MAS de Evo Morales parece expresar una corriente histórica nacionalista y antiimperialista que vuelve a levantarse contra las consecuencias de dos décadas de políticas neoliberales. Las expectativas son muchas; quizás excesivas: cambiar la historia. Eso es lo que prometió ayer el ex “pastor de llamas” que ayer personificó el cambio. La historia dirá.
(today´s pagina/12)
Cómo arrasar sin dar MAS vueltas
En un resultado arrasador, e inesperado por todos los sondeos de opinión, Evo Morales, líder indigenista del Movimiento al Socialismo, se impuso ayer con más del 50 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales bolivianas. Es la primera vez en décadas que un candidato gana de una sola vez.
Por Pablo Stefanoni y Eduardo Febbro
Desde La Paz
“Cincuenta, por uno, Evo o ninguno.” La frase que cantaban los militantes del MAS en la puerta de la casa de campaña se hizo realidad. “Evo Morales arrancó la presidencia en la primera vuelta de la elección presidencial del domingo. Desde los años ’50, ninguna consulta presidencial había permitido a un candidato a ocupar el sillón supremo con la sola fuerza de la voluntad popular expresada una sola vez. Los electores le ahorraron a Bolivia la incierta cita con una segunda vuelta que se definía no en las urnas sino en los inciertos pactos del Congreso. Con más del 50 por ciento de los votos, el ex trompetista, pastor de llamas, futbolista, cultivador de coca y, por sobre toda las cosas, indígena aymara, entró en la historia latinoamericana como el primer presidente indígena elegido por sufragio universal. Alejandro Toledo fue electo en Perú, pero había pasado por las mejores universidades de Occidente. Evo Morales siempre fue igual a sí mismo. Sin corbata y con zapatillas.
La elección de ayer domingo mostró una falla considerable en el sistema de voto. La Corte Nacional Electoral “depuró” un millón de votantes de las listas y ello generó una gran confusión. Página/12 pudo corroborar cómo decenas de personas habilitadas para votar no podían hacerlo. En localidades como San Julián, en Santa Cruz de la Sierra, se organizaron incluso protestas de los “depurados”, que amenazaron con quemar urnas.
Sin embargo, en horas de la tarde, el equipo de campaña de Evo Morales no quería poner el acento en ese “detalle”. “Seremos gobierno aunque salgamos segundos”, decía uno de los responsables de la campaña; sin sospechar aún el resultado que los esperaba. La sede del MAS no parecía el edificio de un partido que iba a entrar a la historia sino un recinto donde la certeza de ese ingreso inspiraba una tranquila humildad. Al hablar por la noche, Evo Morales atacó frontalmente a la Corte Nacional Electoral. “Debemos saber que cuando jugamos al fútbol también está el árbitro. Y aquí también le ganamos al árbitro”, dijo el candidato del MAS, que agregó: “En vez de depurar a los electores el pueblo boliviano debería depurar a la Corte Nacional Electoral”. En un plano más político, Evo Morales reiteró: “Se puede realmente derrotar a los neoliberales y a sus miembros, que están concentrados en la Corte Nacional Electoral”.
El líder cocalero tendió la mano a todo el país evocando una “total apertura” hacia aquellos que quisieran unirse al movimiento social: “Necesitamos aliados en toda Latinoamérica para reconstruir eso que Simón Bolívar llamó la Patria grande”. Para Morales, “empieza la nueva historia de Bolivia en la que se busca igualdad, justicia y paz con justicia social. Apostamos por ese cambio que espera el pueblo boliviano”. Ante la evidencia masiva de los votos que muestran que las urnas recogieron intenciones cruzadas, es decir, votos de las clases medias urbanas y votos del campo, Evo Morales reconoció que “en las ciudades tampoco estamos solos” y aclaró que “la voluntad del pueblo boliviano será respetada. La voz del pueblo es la voz de Dios”. Frente a los temores que la elección de Evo Morales pudiera suscitar en ciertos sectores de la sociedad, el presidente electo advirtió que “el movimiento indígena no es excluyente, es incluyente. Con nuestro gobierno se acabará el odio, el desprecio. Se acabará con el Estado neoliberal y el Estado colonial. (...). No somos de la cultura de la mentira ni de la guerra sucia”. Lúcido y modesto, siempre hablando de “compañeros y compañeras” y evitando las provocaciones gratuitas, Morales se dirigió a los indígenas del país para decirles: “Aymaras, quechuas, por primera vez vamos a ser presidentes. Ya no es unproblema ganar, va a ser un problema gobernar”. Pero como las causas y las frases en torno de las cuales se forjara la victoria nunca se olvidan, Morales concluyó su intervención desde Cochabamba hablando en quechua “Causachun coca, wanuchun yanquis” –“Viva la coca, fuera los yanquis”–.
Los electores se encargaron de poner fuera a todo ese sistema político que obedecía a los pestañeos de Washington. El MAS sacó 65 diputados contra 45 de la agrupación Podemos de Jorge Quiroga, 10 para Unidad Nacional del empresario Samuel Doria Medina, 8 para la derecha del MNR, el partido del ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada, y uno para el Movimiento Indígena Pachakutik de Felipe Quispe. En el Senado, Podemos y el MAS quedaron empatados con 13 bancas cada uno y una para el MNR. El MAS también avanzó en las inéditas elecciones de los prefectos (gobernadores), electos por primera vez mediante el sufragio universal. Al cierre de esta edición, de las nueve prefecturas en juego el Movimiento al Socialismo habría obtenido dos, Oruro y Potosí, y Podemos cuatro. Antes de este domingo, todos los sondeos de opinión indicaban que Evo Morales no obtendría ninguna. La historia terminó sirviéndole una ofrenda suplementaria. La “revolución” social que empezó a gestarse en el país a partir del año 2000 con la guerra del agua que se desató en Cochabamba y continuó luego con la “guerra del gas” y las consiguientes renuncias forzadas de los presidentes Sánchez de Losada y Carlos Mesa, esa revuelta por la propiedad del suelo, protagonizada esencialmente por los sectores marginales del país, terminó en la elección de un hombre por quienes apostaron hasta sus propios enemigos de raza y de clase. “Se acabó, se acabó la impunidad, el racismo, el desprecio, la desigualdad, se acabó esa centenaria costumbre de mirar a un país como si en su suelo hubiesen dos categorías”, decía Manuel, un joven “blanco” de los barrios ricos que había votado por Morales. El hombre hablaba con la voz embargada por la emoción y reconocía que “hemos sido gobernados por hombres ficticios que tomaban medidas para un país que a fuerza de ignorarse se había tornado ficticio”. En los barrios populares, la gente se miraba como si hubiese alcanzado un sueño. “Tengo tantas esperanzas y tantos años de mentiras atrás. El Evo tiene que cumplir, él nos debe una vida mejor.”
Para este país, en el que hasta los años ‘50 los “indios” no podían ingresar a la Plaza Murillo, se trata de una verdadera vuelta de página. Por otro lado, el MAS de Evo Morales parece expresar una corriente histórica nacionalista y antiimperialista que vuelve a levantarse contra las consecuencias de dos décadas de políticas neoliberales. Las expectativas son muchas; quizás excesivas: cambiar la historia. Eso es lo que prometió ayer el ex “pastor de llamas” que ayer personificó el cambio. La historia dirá.
(today´s pagina/12)
Bolivia
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky*
Hoy me pesa ser intelectual. Me siento feliz. Muy contento. Como se deben haber sentido los cabecitas negras en patas en el ’45, mojándose en la fuente de Plaza de Mayo. Mariátegui y el Che también estarían felices hoy. No importa qué podrá hacer Morales. Sí importa, en cambio, que los indígenas hermanos bolivianos hayan ganado un lugar histórico, una verdadera revolución cultural. Quiero compartir mi pasión, como dicen los boquenses. Yo estoy inmensamente feliz por el triunfo de Morales, quien dice que además de estar en contra de las doctrinas neoliberales es profundamente antiimperialista y antiBush (solo Chávez, Castro y Morales hablan así). Yo estoy feliz desde el cuerpo. Me siento alegre. No me interesan los teóricos de turno de los eternos vaivenes. Los conozco a todos. Los que giran con el poder de turno y después caen mareados. Ya estoy grande. Y sentirme apasionado como hoy es una fiesta.
Una historia de saqueos es la boliviana (salitre, caucho, estaño, petróleo y gas). Un pueblo marginado de la historia, hoy tiene que festejar y mucho. La revolución será alegre o no será. Nuestros cabecitas negras eran alegres y festivos. Cuidado con los intelectuales y sus análisis críticos. Los amargos de siempre. Yo quiero compartir esta alegría con el pueblo boliviano –indígenas y blancos que votaron a Morales– y con todos los argentinos que hoy lloramos un rato de alegría. Me siento joven, pero quiero compartir esta juventud con los que sienten el triunfo boliviano. Con nadie más. A los que les duele que el 60 por ciento de los niños sea pobre en nuestro país. A los que no llegan a las góndolas. A los que no veranean. Aunque no lo sepan, ellos también ganaron hoy, porque hoy ganaron los sumergidos de la historia latinoamericana, los más pobres. Los robados. Alzo mi copa y lloro pero lloro contento y con ganas de pelear, el llanto de la lucha me hace joven. El triunfo de Morales también es mío, se lo robo para seguir luchando.
Una última palabra para vos, Che. Un día le escuché decir a Fidel: “El Che no murió en vano en Bolivia, su muerte es un mensaje de vida para los sumergidos bolivianos, para los indígenas que no comen, el Che no murió en vano”. Hoy más que nunca quiero volver a homenajearte: tu muerte en Bolivia fue una señal vital. El triunfo de ayer te debe mucho. Tu mítica historia nos ha dado a los que pensamos como vos sentido a nuestra vida en nuestras ganas de luchar por un mundo más justo.
Ayer ganó Bolivia y ganó Morales, pero ayer también ganaron los sumergidos del mundo y ayer también ganaste vos, hermano grande. Siempre tu vida y tu muerte nos da nuevos sentidos. Gracias por ser argentino. Los sumergidos del mundo llevan siempre en cualquier lugar tu imagen como ejemplo y la seguirán llevando. Estoy seguro. Por mucho tiempo.
* Autor, director y actor teatral. Psicoterapeuta. Entre sus numerosas obras se cuentan El Señor Galíndez, Potestad y La muerte de Marguerite Duras.
(today´s pagina/12)
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky*
Hoy me pesa ser intelectual. Me siento feliz. Muy contento. Como se deben haber sentido los cabecitas negras en patas en el ’45, mojándose en la fuente de Plaza de Mayo. Mariátegui y el Che también estarían felices hoy. No importa qué podrá hacer Morales. Sí importa, en cambio, que los indígenas hermanos bolivianos hayan ganado un lugar histórico, una verdadera revolución cultural. Quiero compartir mi pasión, como dicen los boquenses. Yo estoy inmensamente feliz por el triunfo de Morales, quien dice que además de estar en contra de las doctrinas neoliberales es profundamente antiimperialista y antiBush (solo Chávez, Castro y Morales hablan así). Yo estoy feliz desde el cuerpo. Me siento alegre. No me interesan los teóricos de turno de los eternos vaivenes. Los conozco a todos. Los que giran con el poder de turno y después caen mareados. Ya estoy grande. Y sentirme apasionado como hoy es una fiesta.
Una historia de saqueos es la boliviana (salitre, caucho, estaño, petróleo y gas). Un pueblo marginado de la historia, hoy tiene que festejar y mucho. La revolución será alegre o no será. Nuestros cabecitas negras eran alegres y festivos. Cuidado con los intelectuales y sus análisis críticos. Los amargos de siempre. Yo quiero compartir esta alegría con el pueblo boliviano –indígenas y blancos que votaron a Morales– y con todos los argentinos que hoy lloramos un rato de alegría. Me siento joven, pero quiero compartir esta juventud con los que sienten el triunfo boliviano. Con nadie más. A los que les duele que el 60 por ciento de los niños sea pobre en nuestro país. A los que no llegan a las góndolas. A los que no veranean. Aunque no lo sepan, ellos también ganaron hoy, porque hoy ganaron los sumergidos de la historia latinoamericana, los más pobres. Los robados. Alzo mi copa y lloro pero lloro contento y con ganas de pelear, el llanto de la lucha me hace joven. El triunfo de Morales también es mío, se lo robo para seguir luchando.
Una última palabra para vos, Che. Un día le escuché decir a Fidel: “El Che no murió en vano en Bolivia, su muerte es un mensaje de vida para los sumergidos bolivianos, para los indígenas que no comen, el Che no murió en vano”. Hoy más que nunca quiero volver a homenajearte: tu muerte en Bolivia fue una señal vital. El triunfo de ayer te debe mucho. Tu mítica historia nos ha dado a los que pensamos como vos sentido a nuestra vida en nuestras ganas de luchar por un mundo más justo.
Ayer ganó Bolivia y ganó Morales, pero ayer también ganaron los sumergidos del mundo y ayer también ganaste vos, hermano grande. Siempre tu vida y tu muerte nos da nuevos sentidos. Gracias por ser argentino. Los sumergidos del mundo llevan siempre en cualquier lugar tu imagen como ejemplo y la seguirán llevando. Estoy seguro. Por mucho tiempo.
* Autor, director y actor teatral. Psicoterapeuta. Entre sus numerosas obras se cuentan El Señor Galíndez, Potestad y La muerte de Marguerite Duras.
(today´s pagina/12)
Last edited by Arcadia on December 20th, 2005, 1:03 pm, edited 1 time in total.
I am happy for you, Bolivia
but not in Pavlovsky´s way
(well, it´s clear I´m not Pavlovsky...)
I also remembered Che
but I couldn´t imagine
a post-mortem dialogue with him
(our muni printed this year lots of free postcards
with the beautiful Che with the legend "registered mark")
Bolivia: you´re more than a good movie
I hope you´ll find your own way.
but not in Pavlovsky´s way
(well, it´s clear I´m not Pavlovsky...)
I also remembered Che
but I couldn´t imagine
a post-mortem dialogue with him
(our muni printed this year lots of free postcards
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Bolivia: you´re more than a good movie
I hope you´ll find your own way.
- lovingpenfull
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an article in the 29/12/05 pagina12´s contratapa by David Viñas (he´s an old-polemic-super-read in the universities, I liked some of his methaphors):
Izquierda
Por David Viñas
“Los muertos que vos matáis
gozan de buena salud.”
José Zorrilla, Don Juan Tenorio, 1844
No se trata aquí de postular la comunión de los santos. Pero si se tiene en cuenta que un diario modelo del neoliberalismo como La Nación distribuye, a través de sus obstinados estrategos políticos, la idea de que la izquierda “ha muerto” corresponde, por lo menos, plantear algunos interrogantes.
Sobre todo frente a la notoria vocación necrológica de ese matutino que inauguró –ya hace años– una secuencia que empecinadamente difundía tanto la defunción de las ideologías como la ruina de la historia o el fallecimiento del sujeto en diversos niveles. Lúgubre y, a la vez, jubilosa colección que, por cierto, se ha sentido descolocada con el triunfo categórico de Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia.
¿Qué ocurre? En primer lugar, que a la izquierda no se le reconoce, a lo largo de las luctuosas participaciones emitidas por La Nación, un carácter histórico. Ni marco de coyuntura ni encuadre referencial. Escamoteándose así datos elementales tan divulgados como la concreta aparición de la izquierda en los años de la Revolución Francesa. Designación –como se sabe de memoria– condicionada por el lugar que en las asambleas ocupaban los sectores más radicalizados en esa inflexión histórica. Cabe agregar, en este orden de cosas, que durante los siglos XIX y XX (y en lo que va del XXI), la izquierda como denominación ha aludido a bloques y contenidos diversos de acuerdo con el devenir político, pero que privilegiaban siempre, eso sí, el cambio en polémica con la defensa del estatucuo.
Incluso esa historicidad, en su producción vertiginosa, se ha corporizado en franjas más personales: Clemenceau, considerado por La Nación un “hombre de izquierda”, en el negociado de Panamá o en la represión de los motines populares de 1917, encarnó momentos antagónicamente reaccionarios. Y en nuestro país –para no abundar– Américo Ghioldi, considerable diputado socialista en los años ’30, terminó su itinerario como obsceno embajador en Portugal nombrado por la dictadura militar en 1976.
Después de estos desahogos pedagógicos, obvios e ineludibles, es necesario situar, de inmediato, la perplejidad de La Nación ante el arrollador proceso electoral de Evo Morales. No sólo porque la izquierda real en Bolivia se ha desplazado desde el vetusto MNR y de los equívocos del MIR hacia el MAS, sino porque en Venezuela, clave en el arco de sincronía, alguien tan sistemáticamente descalificado como Chávez –inmovilizado por el quietismo teórico de La Nación en “su destino de militar golpista”–, apuesta a una actualización del socialismo, mientras la “izquierda” representada por Acción Democrática hoy no es mucho más que un mustio recuerdo.
Cambios, entonces, dramática histórica con sus desplazamientos y resignificaciones alarmantes: Evo Morales cocalero, Chávez bolivariano. Connotaciones impensables, lógicamente, para los clásicos de la izquierda. Pero que para las interpretaciones neoliberales se traducen en incomprensión y en sustos. En particular, porque a La Nación –por su reticente periodismo deshistorizador–, a Bolivia y a Venezuela, se les suma el inquietante futuro político de Chile, el del Perú y Nicaragua con preocupaciones agravadas.
Como balance: ¿qué le queda al neoliberalismo más allá del miedo? ¿Plegarias o profecías apostando a una presunta “moderación”? ¿Acaso a un centrismo virtuosamente alejado de los “extremos”?
Ante semejante barullo, ni triunfalismo ni canonizaciones. Pero la pregunta fundamental se impone como un desafío: ¿no era que la izquierda –latinoamericana ahora– estaba definitivamente enterrada de acuerdo con los editoriales, concienzudos análisis, arengas y rituales de La Nación?
Izquierda
Por David Viñas
“Los muertos que vos matáis
gozan de buena salud.”
José Zorrilla, Don Juan Tenorio, 1844
No se trata aquí de postular la comunión de los santos. Pero si se tiene en cuenta que un diario modelo del neoliberalismo como La Nación distribuye, a través de sus obstinados estrategos políticos, la idea de que la izquierda “ha muerto” corresponde, por lo menos, plantear algunos interrogantes.
Sobre todo frente a la notoria vocación necrológica de ese matutino que inauguró –ya hace años– una secuencia que empecinadamente difundía tanto la defunción de las ideologías como la ruina de la historia o el fallecimiento del sujeto en diversos niveles. Lúgubre y, a la vez, jubilosa colección que, por cierto, se ha sentido descolocada con el triunfo categórico de Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia.
¿Qué ocurre? En primer lugar, que a la izquierda no se le reconoce, a lo largo de las luctuosas participaciones emitidas por La Nación, un carácter histórico. Ni marco de coyuntura ni encuadre referencial. Escamoteándose así datos elementales tan divulgados como la concreta aparición de la izquierda en los años de la Revolución Francesa. Designación –como se sabe de memoria– condicionada por el lugar que en las asambleas ocupaban los sectores más radicalizados en esa inflexión histórica. Cabe agregar, en este orden de cosas, que durante los siglos XIX y XX (y en lo que va del XXI), la izquierda como denominación ha aludido a bloques y contenidos diversos de acuerdo con el devenir político, pero que privilegiaban siempre, eso sí, el cambio en polémica con la defensa del estatucuo.
Incluso esa historicidad, en su producción vertiginosa, se ha corporizado en franjas más personales: Clemenceau, considerado por La Nación un “hombre de izquierda”, en el negociado de Panamá o en la represión de los motines populares de 1917, encarnó momentos antagónicamente reaccionarios. Y en nuestro país –para no abundar– Américo Ghioldi, considerable diputado socialista en los años ’30, terminó su itinerario como obsceno embajador en Portugal nombrado por la dictadura militar en 1976.
Después de estos desahogos pedagógicos, obvios e ineludibles, es necesario situar, de inmediato, la perplejidad de La Nación ante el arrollador proceso electoral de Evo Morales. No sólo porque la izquierda real en Bolivia se ha desplazado desde el vetusto MNR y de los equívocos del MIR hacia el MAS, sino porque en Venezuela, clave en el arco de sincronía, alguien tan sistemáticamente descalificado como Chávez –inmovilizado por el quietismo teórico de La Nación en “su destino de militar golpista”–, apuesta a una actualización del socialismo, mientras la “izquierda” representada por Acción Democrática hoy no es mucho más que un mustio recuerdo.
Cambios, entonces, dramática histórica con sus desplazamientos y resignificaciones alarmantes: Evo Morales cocalero, Chávez bolivariano. Connotaciones impensables, lógicamente, para los clásicos de la izquierda. Pero que para las interpretaciones neoliberales se traducen en incomprensión y en sustos. En particular, porque a La Nación –por su reticente periodismo deshistorizador–, a Bolivia y a Venezuela, se les suma el inquietante futuro político de Chile, el del Perú y Nicaragua con preocupaciones agravadas.
Como balance: ¿qué le queda al neoliberalismo más allá del miedo? ¿Plegarias o profecías apostando a una presunta “moderación”? ¿Acaso a un centrismo virtuosamente alejado de los “extremos”?
Ante semejante barullo, ni triunfalismo ni canonizaciones. Pero la pregunta fundamental se impone como un desafío: ¿no era que la izquierda –latinoamericana ahora– estaba definitivamente enterrada de acuerdo con los editoriales, concienzudos análisis, arengas y rituales de La Nación?
Evo: that´s what today newspaper say about one of your possible presi-neighborns: http://www.pagina12.com.ar/diario/socie ... 01-29.html
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