CHAVEZ SE LAMENTO DE QUE UNA PARTE DE SUS FILAS NO FUERA A VOTAR POR EL “SI”
“Algunos de los nuestros no jugaron”
Al día siguiente del triunfo del “No” a la reforma constitucional por escaso margen,
el presidente venezolano reconoció que eligió un mal momento para someter a consulta su proyecto político. La oposición llamó a la reconciliación y la reflexión, como suelen hacer los ganadores después de una elección reñida.
“Hay ocho millones de venezolanos que no dijeron que Sí, pero tampoco dijeron que No a la reforma constitucional”, dijo Chávez.
Por Santiago O’Donnell
desde Caracas
Después de la tormenta llegó la calma. Durante todo el día de ayer las calles del centro de esta capital parecían desiertas, como si fuera feriado y no un lunes laborable. Quién podía culpar a los caraqueños. El día anterior habían sido levantados con un toque de diana a las cuatro de la mañana y después habían vivido una elección crucial para sus vidas que los mantuvo en vilo hasta bien entrada la madrugada. Durante toda la tarde se sucedieron las conferencias de prensa de observadores electorales, que no tenían nada para decir, y declaraciones de líderes opositores de distinto calibre, que decían lo que había que decir, con estilo macrista-sciolista, es decir, sin mostrar los dientes, hasta que, al caer la noche, Hugo Chávez decidió que era hora de recordar quién estaba a cargo del país y llamó a sus periodistas preferidos, compañeros como los llama él, de la cadena Venevisión. Habían pasado doce horas desde que miles de venezolanos se habían vestido de azul para festejar el triunfo del NO en el referéndum impulsado por el presidente Hugo Chávez para reformar la Constitución.
Sereno, mimoso, seguro de las fuerzas que aún conserva, Chávez se permitió la autocrítica de reconocer que había elegido mal el momento para someter a votación su ambicioso proyecto político. “Hay ocho millones de personas que no dijeron que sí, pero tampoco dijeron que no. Están a la expectativa. ¡Vamos por ellos!”, alentó. “No hemos perdido nada pero esto significa un repliegue, un debilitamiento para el gobierno”, se sinceró. “
Yo estoy convencido de que algunos de nosotros no jugaron. Como en un partido de fútbol, se quedaron quietos y dejaron pasar la pelota”, se lamentó. El humor de Chávez vino bien para cerrar un día que había empezado con mucho nerviosismo.
Pasada la una de la mañana, siete horas después del cierre de los comicios, en la sede comando de la Comisión Nacional Electoral el clima era tan espeso que se podía cortar con cuchillo. El anuncio de los resultados, previsto para tres horas después de la elección, se seguía estirando y un grupo de policías antimotines de la guardia civil copaba el recinto, mientras líderes opositores desencajados pedían al aire que el presidente reconociera su derrota. En el Palacio Miraflores Chávez había convocado a una conferencia de prensa que se postergaba cada media hora. Ante la prohibición de difundir resultados de boca de urna, los rumores iban y venían. Que el gobierno había retirado de los diarios los anuncios del día siguiente celebrando su victoria, que la cúpula militar se había reunido para pedirle a Chávez que no reconociera su derrota, que el ex ministro de Defensa chavista Raúl Baduel, ahora enrolado en las filas opositoras, iba a convocar un alzamiento militar en contra del fraude. En distintos puntos del país explotaban cacerolazos.
Todo cambió después de la una y media de la mañana, cuando la presidenta de CNE, Tibisay Lucena, rodeada por los otros cuatro miembros de la comisión, tomaba su lugar en el caótico salón de conferencias para anunciar el triunfo opositor. El No se imponía por menos de 100.000 votos sobre un total de 16 millones, pero la tendencia, con más del 90 por ciento de las mesas contabilizadas era irreversible, dijo Lucena. También anunció que la abstención había superado el 44 por ciento, cifra que sorprendió a oficialistas y opositores, porque la reforma impulsaba cambios radicales en las relaciones políticas, económicas y sociales del país. La reforma impulsaba la reelección indefinida del presidente, limitaba la propiedad privada, les quitaba poder a las alcaldías y municipios, le quitaba autonomía al banco central, suspendía libertades durante estados de emergencia, les daba rango constitucional a los programas sociales, universalizaba el seguro social, impulsaba una profunda reforma universitaria y acortaba la jornada laboral.
No bien terminó de hablar la presidenta de la comisión electoral, un Chávez de camisa roja y rostro sombrío hizo su entrada la sala de prensa del Palacio Miraflores.
Esta vez fue directo al grano. Reconoció el triunfo opositor, felicitó a sus rivales, dijo que el acto eleccionario fue un triunfo de la democracia y pasó a explicar los motivos de la demora. Señaló que el anuncio de la junta de que el resultado era irreversible le trajo un gran alivio, porque lo sacó de un gran dilema: esperar los resultados de las actas manuales y desde el exterior, que tardaría dos días y poner al país al borde de la guerra civil, o aceptar la derrota y correr el riesgo de que después la junta dé vuelta el resultado con los últimos votos, lo cual también desataría una crisis de consecuencias impredecibles. “Yo quería esto. No quería que el anuncio se demore más tiempo”, declaró. Defendió las instituciones. “La oposición está aprendiendo que el único camino es el de la democracia”, apuntó.Después pronunció una frase que arrancó de sus asientos a los periodistas chavistas, que aplaudieron de pie, pero que también crispó los ánimos de la oposición: “Por ahora no pudimos”. Antes recordó cuándo fue la última vez que había pronunciado esa frase. No hacía falta. Los venezolanos recordaban bien que fue después del fracasado golpe de Estado que el entonces coronel Chávez encabezó en 1992. “Hemos sido derrotados hoy, pero la batalla es larga”, remató el presidente.
Cerca de allí, en el barrio La Castellana de Caracas, en el comando del No, estallaba toda la emoción contenida. Apenas Lucena anunció por los monitores de la televisión la cifra de 50,7 por ciento a favor del No, explotó el griterío. Entre abrazos, aplausos, brindis y más abrazos, el líder estudiantil Yon Goicochea se largó a llorar. “Este es un triunfo de todos, no nos vamos a rendir”, alcanzó a decir. Stalin González, otro líder estudiantil, se mostraba más mesurado en medio de la locura desatada. “Hay que ser humildes. No debemos imponer nada a nadie. Es la oportunidad de abrir un camino.” Mientras hablaba, el ex candidato presidencial
Manuel Rosales se subió a la tarima flanqueado por más de veinte líderes opositores para aceptar el triunfo en nombre del No. Lo primero que hizo fue pedir mesura en el festejo. “Que nadie levante la bandera del triunfo para ofender”, instó.
“Invito a Chávez a que iniciemos el camino de la paz y del reencuentro.” Finalmente tuvo un reconocimiento especial para el periodista, intelectual y ex guerrillero Teodoro Petkoff, asesor del bloque del No, a quien invitó a dirigirse al público.
Petkoff dijo que el triunfo opositor no es un hecho aislado, sino que el gobierno sufrió tres derrotas en los últimos meses: la negativa de tres de los cuatro partidos de su coalición a sumarse a su proyecto de partido único, el rechazo de muchos chavistas a la no renovación de la licencia del canal opositor RCTV y ahora el referéndum. “Estamos viendo una recomposición del espacio opositor con el general Baduel, que fue muy importante en el triunfo del No, el surgimiento del movimiento estudiantil y el partido Podemos, que había acompañado al chavismo, pero quiso ser fiel a su historia y no apoyó esta reforma porque le hubiera hecho mucho daño al país”, analizó Petkoff. También invitó a Chávez a impulsar por decreto los ítem más populares de su reforma, como la reducción del horario de trabajo y la extensión del seguro social para los trabajadores en negro. Acto seguido llamó a Chávez a reflexionar y cambiar el tono. “No puede ser que se la pase insultando a todos los que no estamos de acuerdo con él. No somos imperialistas, ni golpistas, ni gusanos ni serpientes.”
Mientras tanto, en la plaza Francia de Altamira miles de opositores se congregaron alrededor del obelisco para cantar y festejar. “¡Libertad! ¡Libertad!” y “¡Estudiantes!, ¡Estudiantes!”. Fueron los que más se escucharon. Leopoldo López, alcalde de Altamira, cantaba abrazado a su esposa y su hija. “Los venezolanos nos volvimos a reencontrar y le dijimos al presidente que no queremos más polarización. Tenemos que amanecer abrazados en una sola Venezuela. Desde la plaza y distintos puntos del país del interior, caravanas azules partían en distintas direcciones tocando bocina en señal de victoria. No se registraron incidentes.
Por la tarde el chavismo trató de poner su mejor cara. “Felicito a la oposición porque se deshizo del grupo, cada vez más pequeño, de fascistas que intentaban imponerse por la fuerza. El socialismo del siglo XXI sigue vigente. Tendremos que analizar los resultados y hacer correcciones necesarias porque la voz del pueblo es la voz de Dios”, dijo el ministro de Comunicaciones, William Lara.
La oposición, fortalecida, formaba fila ante los micrófonos para llamar a la reconciliación, como suelen hacer los ganadores después de una elección reñida. “Me siento muy orgulloso de la cátedra dictada por nuestro pueblo en el día de ayer”, dijo Ubaldo Santana, obispo de Maracaibo y presidente de la conferencia episcopal.
“El riesgo de Venezuela va a bajar, porque la posibilidad de elecciones competitivas siempre es bienvenida por el mercado”, dijo el financista Jorge Suárez, analista de ING. La bolsa de Venezuela subió más de cuatro puntos. “Fue una victoria del pueblo sobre la maquinaria y los recursos. A partir de ahora estamos hablando de un país distinto porque ahora Chávez tiene fecha de salida (su mandato vence en el 2013). Se abre ahora la caja de Pandora en el chavismo y empieza la lucha por la sucesión”, dijo Angel Quiroga, profesor de la Universidad de Bolívar.
Los ex chavistas Raúl Baduel e Ismael García, presidente de Podemos, debutaron con un triunfo en el espacio opositor. “Todos los venezolanos debemos felicitarnos porque hemos dado una batalla digna, allá en todas la mesas y las máquinas electorales.” Baduel, convertido en el nuevo referente militar de la oposición y contrafigura de Chávez, dirigió su mensaje a las fuerzas armadas, a las que elogió por su comportamiento durante la votación. “Nuevamente han demostrado que no tienen vocación de mansillar nuestra institución, hemos vencido nuevamente el golpe de Estado”, dijo Baduel, un ex general. Sin perder tiempo, invitó a Chávez a convocar una nueva asamblea constituyente para unir al país.
El gobierno norteamericano de George W. Bush se sumó al festejo opositor a través de un comunicado del Departamento de Estado en el que congratulaba a los venezolanos por elegido “vivir en democracia y libertad”.
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REVELAN QUE WASHINGTON FINANCIA A UNIVERSITARIOS
Manito de EE.UU. a la oposición
Cuando los estudiantes venezolanos disfrutaban la derrota de la reforma constitucional, se descubrió que Estados Unidos les dio una mano a algunos de ellos. Según informó el diario norteamericano The Washington Post, grupos estudiantiles desconocidos fueron financiados por la Agencia norteamericana de Desarrollo Internacional (Usaid) para promover un cambio político en Venezuela.
Desde que el canal opositor Cantv salió del aire, el movimiento estudiantil entró en escena, pero no precisamente a favor del presidente Hugo Chávez. Aunque sus reclamos se centran en la libertad, ahora se supo que desde el 2003, Usaid entregó 216.000 dólares a grupos anónimos de estudiantes en varias universidades para la resolución de conflictos y la promoción de la democracia, informó el Post el domingo pasado.
Fue Jeremy Bigwood, un investigador del Archivo de Seguridad Nacional, quien obtuvo la documentación reveladora. “Estos documentos muestran que desde el golpe contra Chávez en el 2002 hasta ahora, Estados Unidos, y la Usaid en particular, han visto las universidades como plataformas políticas para organizar a una oposición estudiantil contra el gobierno”, señaló el académico a la revista Cubadebate.
Muchos de los estudiantes opositores provienen de una elite, como es la Universidad Católica Andrés Bello, situada en Caracas. Son independientes que simpatizan con el discurso antidictatorial de los partidos tradicionales y los medios, implicados muchos de ellos en el golpe del 2002. El resto pertenece a la estatal Universidad Central de Venezuela, cuya federación y la mayoría de sus centros están en manos de líderes del partido opositor Unión Nuevo Tiempo.
El domingo los universitarios de la pública y la privada no dudaron en trabajar junto a los partidos antichavistas en los comités electorales del No. Allí donde el oficialismo dejó un vacío político para dedicarse al trabajo barrial, surgió el nuevo antagonista de Chávez.
Informe: Juan Manuel Barca.
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LA IZQUIERDA ARGENTINA ANALIZO DE DIFERENTES MANERAS EL RESULTADO
Una derrota con aspectos positivos
Por Adriana Meyer
La izquierda y aledaños mostró expresiones dispares, como no podía ser de otra manera, respecto del referendo en Venezuela. Consultados por Página/12, sus principales dirigentes se repartieron entre el elogio y la crítica, e incluso hay quien vio una victoria en la derrota de Hugo Chávez, como Fernando “Pino” Solanas.
“
Fue una expresión más de un extraordinario proceso democrático del que hay mucho que aprender. Es muy pedante pensar que Hugo Chávez cometió errores. Venezuela derrotó al sistema mediático internacional y a sus propios opositores. No se conoce un mandatario que haya puesto en jaque su propio poder de esta manera”, expresó el cineasta y ex candidato. “Sale reforzado de esto, es una victoria porque es un ejemplo inédito en el proceso de una nueva izquierda, profundamente democrática y revolucionaria”, completó.
Patricio Echegaray, secretario general del Partido Comunista, evaluó que “se confrontaron dos grandes proyectos de país en una batalla de gran contenido ideológico. Los resultados numéricos de estrecha victoria del No señalan la derrota cuantitativa. Pero por primera la oposición que tan radicalmente se opuso a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela la asumió como la mejor. Además, esos sectores reconocieron al Consejo Nacional Electoral, al que siempre tildaron de árbitro no confiable”.
El dirigente parafraseó al Che Guevara: “De las derrotas se aprende más que de las victorias, se perdió una batalla y no la guerra, porque casi el 50 por ciento de los que votaron lo hicieron por el socialismo”.
Por su parte,
Vilma Ripoll (MST-Nueva Izquierda)
se ubicó en una posición intermedia. “Nuestros amigos socialistas de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores) y la corriente La Marea en el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) llamaron a un Sí crítico, ya que el No fortalece a la oposición pronorteamericana y a la vez la reforma tenía importantes limitaciones democráticas.” Ripoll agregó que “como en el gobierno de Chávez persisten problemas de burocratismo, corrupción y demandas sociales sin resolver, el descontento que esto genera en sectores populares se expresó en la alta abstención.”
Ya en tono crítico se pronunció el dirigente del Partido Obrero Jorge Altamira, para quien el proceso chavista, lejos de significar una esperanza para el socialismo, constituye una obstáculo al que calificó de “tentativa bonapartista”. “El pueblo de Venezuela votó en contra de consolidar un régimen de poder personal, que es una amenaza para la libertad de organización y la independencia de la clase obrera. Según Altamira, la derrota de Chávez deja una lección para América latina y para Bolivia, porque “los regímenes nacionalistas son una trampa mortal para las masas y el camino de la victoria de la lucha por la independencia nacional pasa por una dirección política obrera independiente”.
Christian Castillo, dirigente del PTS, señaló que “Chávez llevó a una situación donde si triunfaba el Sí no ganaban las masas, pero si era derrotado, como ocurrió, entregaba una victoria al imperialismo y a la reacción. Es un hecho que se abstuvo una gran parte de trabajadores que antes habían votado por Chávez”. Castillo evaluó que las consecuencias serán “un crecimiento en las tendencias a la disgregación de los sectores que hoy se cobijan bajo Chávez”.
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DEBATES
Dos conocedores de Venezuela opinan sobre las razones de la derrota de Chávez. La reelección indefinida, para el primero, o la débil formación de la militancia chavista, para el segundo, son algunas de estas razones.
MEMPO GIARDINELLI
Las lecciones de Venezuela
“El problema es que no aprenden de los errores de otros procesos. Ya que miran tanto a Cuba debieran hacerlo con madurez. Cuba es un espejo maravilloso por todo lo bueno que ha hecho la Revolución, pero bien harían en ver también los errores, sectarismos, infantilismos y torpezas que allá se cometieron.”
Con estas palabras describía el proceso político venezolano un reconocido escritor y periodista colombiano hace dos semanas. El hombre, que conoce muy bien las internas de Caracas, aunque escribe y vive en Cartagena de Indias, no se sorprendía tanto del error de Hugo Chávez como del evidente mal consejo de quienes lo asesoran.
Estaba en Caracas en esos días, y todo lo que vi indicaba, ya entonces, que era muy posible que ganara el No. Era evidente el malestar de muchos chavistas, sobre todo los más críticos e independientes. Para ellos, llamar a este plebiscito en este momento era un grave error del presidente bolivariano.
Por eso la sorpresa no es tan grande. Aunque por un margen mínimo ganó el No. Y ello ofrece un variado menú de lecturas y lecciones, que bien harían en aprender tanto los chavistas como los antichavistas. Porque ambos sectores, al menos en sus liderazgos, se equivocaron.
Por un lado, el proceso que muchos preveían fraudulento (acusación que ha sido una constante de la histérica oposición venezolana) resultó transparente y, más aún, fue reconocido con velocidad e hidalguía por el mismísimo Chávez, a quien buena parte de la comunidad internacional considera poco menos que un dictador.Del otro lado, entre sus sostenedores, el traspié debería servir para separar la paja del trigo: están muy bien los cambios sociales y económicos que han impulsado para rescatar a Venezuela de sus injustas estructuras históricas, pero no se deben forzar cambios políticos que sólo sirven para irritar más a sociedades ya exasperadas.
Las revoluciones no se hacen con palabras, banderas ni buenas intenciones. La historia está llena de ejemplos de revoluciones que se derrumban o deshacen no tanto por la acción de sus adversarios, sino por sus propios yerros. Las necedades, los maximalismos, los apresuramientos y las torpezas llenan páginas y capítulos enteros en la historia de todos los procesos de cambio social, político y económico.
Fue interesantísimo, además de sorpresivo, que el No se impusiera con cerca del 51 por ciento de los votos. Esa decisión popular soberana no les dijo que no a los cambios sociales. Sí se lo dijo, claramente, a la intención de Chávez de asegurarse la reelección indefinida.
Esa reelección sin límite de veces, cada siete años, arrastró el pronunciamiento popular sobre la inmutabilidad de los 69 artículos de la Constitución de 1999 que se pretendía reformar.
Y está bien que haya sido así. Venezuela, y todos nuestros países, necesitan cambios sin ninguna duda, pero también, y sobre todo, necesitan un altísimo respeto por la institucionalidad. Y eso no se cambia, no se puede cambiar, cada ocho años.
Y acá juega su papel, también, la gran abstención, que fue del 44,11por ciento y que tiene explicación, probablemente, en que muchos chavistas críticos prefirieron no ir a votar antes que hacerlo por el No.
Puede conjeturarse, entonces, que a Chávez lo que lo venció no fue la oposición sino su propia obstinación. Además de su cuestionable estilo, lo venció su error de cálculo: no advertir que su revolución ha dado pasos enormes e importantísimos para el mejoramiento del nivel de vida de vastos sectores del pueblo venezolano, pero que eso no autoriza a pretender la instauración de reelecciones eternas.Y ésta es la lección principal de Venezuela, hoy: que ciertos principios esculpidos en los pueblos no pueden negociarse.
Así como es inalienable e irrenunciable el derecho a la memoria, y al juicio y castigo a los genocidas; y así como para las grandes mayorías es esencial oponerse a la pena de muerte, del mismo modo es innegociable el principio de la renovación del poder.
El culto personalista es un anacronismo político, pero ante todo es un peligro institucional básico. Fue a eso a lo que le dijo que no la mayoría de los venezolanos, incluidos esa notable masa de 44 por ciento que prefirió abstenerse.
No importa ahora analizar las razones por las que Chávez sucumbió a la tentación, probablemente entre ellas su temperamento “estructuralmente provocador y emocionalmente inestable”, como me dijo brillantemente una académica caraqueña. Lo que importa es que fue bueno lo que sucedió. Se fortaleció la democracia de Venezuela y de todo el continente. Hubiera sido un paso peligrosísimo hacia el autoritarismo latinoamericano que uno de nuestros gobiernos, en pleno siglo XXI, tuviera en sus manos semejante desmesura.
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Dialéctica de una derrota
Por Atilio A. Boron *
¿Cómo explicar la derrota del Sí, y hasta qué punto fue sólo una derrota?
Chávez se enfrentó a una fenomenal coalición política y social que aglutinaba a todas las fuerzas del viejo orden, carcomido hasta sus entrañas pero con sus agentes históricos librando una batalla desesperada para salvarlo. La gran burguesía autóctona; los terratenientes; el capital financiero; la dirigencia sindical corrupta; la vieja partidocracia; la jerarquía de la Iglesia Católica; la embajada norteamericana, obsesionada con derrocarlo y, coronando todo este rejunte, una confabulación mediática nacional e internacional pocas veces vista en la historia que reunía en sus ataques a Chávez a los grandes exponentes de la “prensa libre” de Europa, Estados Unidos y América latina. El líder bolivariano atrajo contra sí todos los esperpentos sociales con los que debe lidiar cualquier gobierno digno en América latina y los combatió casi en soledad y a mano limpia. Lo que unificó a los conservadores no fue la cláusula de la “re-elección permanente”, sino algo mucho más grave: la reforma le otorgaba rango constitucional al proyecto socialista en gestación, algo totalmente inaceptable. Pese a tan descomunal disparidad, el resultado electoral fue prácticamente un empate.Para muchos venezolanos la elección no era importante, lo que explica el 44 por ciento de abstención. La gran mayoría de quienes no concurrieron a votar lo hubieran hecho por el Sí, lo cual revela la debilidad del trabajo de construcción hegemónica y de concientización ideológica de los bolivarianos en el seno de las clases populares. La redistribución de bienes y servicios es imprescindible, pero no necesariamente crea conciencia política emancipadora. Por otro lado, algunos gobernadores y alcaldes chavistas no se jugaron a fondo por una reforma constitucional que democratizaría, en detrimento de sus atribuciones, la organización política del Estado al crear nuevas instituciones del poder popular. Hay que tener en cuenta, además, que luego de nueve años de gestión cualquier gobierno sufre un desgaste o deja de suscitar el entusiasmo colectivo de antaño. A esto hay que agregar, además, algunos errores cometidos en la intermitente campaña electoral de un presidente que, por su papel protagónico en el escenario mundial, no dispone de mucho tiempo para otra cosa.
De todos modos, pese a la derrota, Chávez sale muy bien librado. Sus credenciales democráticas se fortalecieron notablemente. La oposición llegó a los comicios diciendo que jamás aceptaría un triunfo del Sí. En caso de producirse lo repudiarían por ser producto del fraude y pondrían en marcha el “Plan B” de la Operación Tenaza. Los sedicentes demócratas confesaban que sólo se comportarían como tales en caso de ganar; si no, su respuesta sería la sedición. Chávez, en cambio, les dio una lección de republicanismo democrático al aceptar con hidalguía el veredicto de las urnas. Imaginemos qué hubiera ocurrido si por esa ínfima diferencia hubiera triunfado el Sí. Los voceros de la “democracia” habrían incendiado Venezuela. Pese a su derrota, la estatura moral de Chávez y su fidelidad a los valores de la democracia convierte en pigmeos a sus oportunistas adversarios, que sólo respetan el resultado de las urnas cuando los favorecen. Y, de paso, deja en una posición insostenible a los senadores brasileños que, pretextando la débil vocación democrática de Chávez, quieren frustrar el ingreso de Venezuela al Mercosur.
* Politólogo.
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Evo sacará la reelección
El vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, anunció que la propuesta de reelección presidencial será excluida del proyecto de reforma constitucional y se someterá a un referendo popular por separado, según declaraciones publicadas ayer por Folha de Sao Paulo. “Nuestra propuesta es que la reelección esté en un referendo separado, y el texto constitucional en otro bloque”, aseguró el vicepresidente, un sociólogo marxista de 45 años. García Linera sostuvo que “no nos apegamos al tema de la reelección. El problema no es ése. No quieren la nueva Carta Magna. Con la Constitución, si llegara la derecha al gobierno, por ejemplo, necesitaría de al menos veinte años para cambiar la ley de hidrocarburos y de tierras. La cuestión es la duración de los cambios que hicimos”, subrayó, y rechazó la idea de que el presidente brasileño medie en el conflicto por las reformas constitucionales entre la oposición y el gobierno boliviano “porque es un problema nuestro, no precisa de un mediador externo”. La Paz convocó al diálogo a los gobernadores del país, especialmente a los de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, opositores radicales al gobierno central, tras los violentos disturbios la semana pasada en Sucre, que dejaron un saldo de tres muertos y centenares de heridos, y en Cobija, con al menos 20 heridos. El llamado de los gobernadores rebeldes a desobedecer a La Paz “es un boomerang que da argumento al desacato de los trabajadores contra los empresarios, de los campesinos. Están abriendo una caja de Pandora que puede ser muy peligrosa. Por eso convocamos al diálogo”, sostuvo García Linera. “Vamos a tener una nueva Constitución. Aprobada en detalle, ojalá que con la oposición. Todo lo que hicimos fue intentar el diálogo”, añadió. Agregó que la influencia del presidente Hugo Chávez en el proceso de nacionalizaciones impulsado por el presidente Evo Morales en Bolivia fue “cero”. “El tono de Chávez siempre fue del estilo ‘en qué puedo ayudar’ y no ‘haga eso o aquello’. Un día antes de la nacionalización de los hidrocarburos, en mayo de 2006, Evo estaba en Cuba. El presidente Fidel Castro le dijo: ‘Evalúen un poco, tengan cuidado’. Fue una decisión del presidente Evo”, manifestó.
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(los resaltados son míos)
es todo por hoy, amigos!. They are very interesting notes, really a lástima that most of you don´t read spanish directly. But with some internet-tricks-in-translation and paciencia sure you can read them! 